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La tarjeta para ser Operador del Transporte

Escrito por Liberación 2000. Posteado en El Blog de Carmen

Examen

Tengo que decir que me apasiona mi trabajo y lo exigentes que somos en Nacex. Cuadra perfectamente con mi carácter y mi forma de trabajar, no solo ahora que trabajo como empresaria o emprendedora, sino también antes cuando trabajaba por cuenta ajena, e incluso cuando estaba en la empresa pública.

Soy una persona metódica en el trabajo, obediente, me encanta la creatividad, no me asustan los riesgos y siempre estoy dispuesta a ayudar a mis compañeros. Esto también lo tiene mi personal, es lógico, si no cuadran conmigo no trabajarían aquí. Pero lo más increíble es que todos mis compañeros Nacex y su personal son iguales o muy cercanos. Es verdad que la dichosa crisis nos ha hecho que nos cansemos, pero a día de hoy estamos fuertes y somos los mejores. No soy arrogante. Hay muchas empresas de transporte, hoy en día, que se dedican a dar un precio super barato a los clientes, pero es lógico, no pueden ofrecer calidad ni tampoco la alta tecnología que nosotros disponemos, aunque lo intentan, pero no pueden llegar.

El precio de un servicio es directamente proporcional a la calidad. A nadie se le ocurre ir a una tienda Armani y pedir que un traje le cueste 50€. Para eso están las tiendas de los chinos. Lo que ocurre en estos casos es que si el traje se rompe a las 2 lavados o no se puede llevar al tinte, uno se resigna y dice “que se puede esperar por lo que me ha costado”. En cambio, quien compra un traje en Armani y ve una raya del traje un poquito torcida, monta una bronca (directamente proporcional a su nivel adquisitivo), que hará que los pobres dependientes se pongan de rodillas en cuestión de segundos. Es lógico, he pagado mucho dinero para tener este defecto.

Lo mismo nos pasa a nosotros, se nos quiere comparar en precios con otras empresas de transporte Courier pero no quieren su calidad sino que quieren la nuestra, pero esto cuesta dinero. Depende de los salarios que se paguen a los empleados, de las instalaciones, de las tecnologías, de todos los impuestos pagados correctamente, etc. Hay algunos que a lo mejor no cumplen con todas las exigencias legales y pueden compensarlo con el precio.

Todas las oficinas de transporte urgente tienen que ser Operadores de Transporte, lo que nosotros llamamos con un poco de guasa OT (operación triunfo). Esto es preceptivo, no puede haber una empresa de este tipo sin que lo tenga y yo conozco algunos que no lo tienen y están dando servicio.

Me acuerdo cuando yo me saqué mi OT. Como he contado en varias ocasiones, empecé a trabajar con mi marido (ahora ex marido). Al ser una empresa familiar, y teniendo en cuenta que el transporte era un tema de hombres, cuando se hicieron unos cursos para la obtención de dicha tarjeta de transporte, la realizó el hombre de la empresa, osease mi ex. Yo no lo hice, lo cual, posteriormente me arrepentí mucho no, muchísimo.

En el 2004 separamos las sociedades, exactamente en julio. En ese momento, fui consciente de que yo tenía que empezar a sacarme la autorización. Las convocatorias son en mayo y en noviembre, por lo tanto, estaba claro, me tenía que presentar en noviembre. En septiembre busqué una academia para empezar a estudiar, sabía que era muy difícil que aprobara en noviembre pero tenía que intentarlo. Asistía a clase los viernes por la tarde después del trabajo y los sábados por la mañana, hasta la hora de comer. La Academia estaba en el centro de Madrid y era difícil de aparcar, por lo tanto, tuve que utilizar el transporte público. Recuerdo que era muy pesado, puesto que además de que como quién dice se acababa producir cambios en la empresa, el trabajo era fuerte, el personal me miraba como si dudaban que pudiera con todo, aunque antes ya lo hacía, problemas personales por la ruptura, etc., etc., después de tanta tensión me tenía que ir a estudiar y se me hacía muy pesado. Las clases se hacían muy pesadas, porque se nos hacía de noche, se venía con cansancio y al día siguiente a madrugar para seguir estudiando. Tenía de compañeros a mucha gente joven, que se sabían las lecciones como el padre nuestro de cada día, que solo se dedicaban a estudiar y cuando estábamos en el pasillo hacía que me acomplejara un poco más. Dentro de la clase cuando las profesoras hacían unas preguntas, ellos rápidamente contestaban, se sabían todo, pero todo todo. Al final las profesoras pidieron que dejaran que el resto de los humanos y de una edad más avanzada tuviéramos una oportunidad para contestar y que si no lo sabíamos que entonces contestara ellos.

La mayoría de las personas eran muy jóvenes, entre 18 y 20 años. Luego estaban unos compañeros más cercanos a mí en edad. Además, tengo que decir que hoy en día con estas personas sigo manteniendo una muy buena amistad junto con las profesoras.

Lógicamente, poco a poco, nos íbamos sentando juntos los que teníamos más o menos el mismo perfil de edad. Yo estaba sentada con otras dos chicas y recuerdo que una de ellas había terminado la carrera de Económicas o de Administración de Empresas y todo el tiempo decía que entendía todo porque es lo que daba en la carrera. Delante de mí, se sentaba un matrimonio, él era camionero y ella su mujer. Se tenían que sacar la tarjeta urgentemente y tenían mucha presión. Se enfadaban mucho porque decían que para llevar un camión por qué tenían que aprender tanta contabilidad y además les costaba mucho. En cambio, en el momento que estudiamos el tacógrafo, él era un alumno aventajado y además nos enseñó algunos ejemplos. Yo tampoco entendía por qué teníamos que estudiar el transporte marítimo si al final yo me iba a dedicar al transporte terrestre, pero al final, aprendí todos los temas que vienen para conseguir aprobar.

Como entre semana no podía estudiar nada por el trabajo, el viernes por la tarde y el sábado lo dedicaba a ir a la Academia, intentaba estudiar y hacer los test el domingo. Pero mi hija llegaba y cuando más entretenida estaba me pedía que le ayudara con algo de lo suyo y al final poco podía hacer.

Además, yo hacía tiempo que no estudiaba, lo último era cuando me preparé la oposición para entrar en la Comunidad de Madrid y ya había llovido bastante, por lo tanto, mis neuronas no estaban preparadas para largas horas de estudio que además también ocupaban un espacio que otras neuronas utilizaban para preocuparme con temas del trabajo, total, una pelea de neuronas que hacían que pasaran los días y no me rendían lo suficiente. Porque además no era sólo estudiar, había que hacer test y supuestos.

Pues desde mediados de septiembre (creo) hasta noviembre, estuve intentando hacer todo lo posible. Tengo que decir que yo soy mucho de memorizar lo que oigo, por lo tanto, me cundía mucho las clases de mis profesoras.

Me acuerdo de una de ellas que hilando con el tema de que los jóvenes se sabían todo, cuando explicaban las lecciones y ya no quedaba mucho para el día del examen, por lo visto, me miraba a mí y si yo ponía cara de haberlo entendido, ella seguía con la siguiente lección. El tiempo corría demasiado deprisa y el temario era muy grande. El pobre que no lo entendiera tenía tiempo para estudiarlo en su casa, pero ellas no podían adaptarse a todos.

Esto da fe que mi cara es el fiel reflejo de lo que pienso, porque una persona que me conoce de poco tiempo, rápidamente reconoce en mis ojos o en mi cara que todo va bien o que no va nada bien.

Me parece que ya he dicho en otras ocasiones que cuando me enfado o estoy triste, los ojos se me vuelven muy oscuros, verde oscuro y cuando estoy contenta y relajada el color parece que es azul clarito.

Ese año no pude ir a la convención de Nacex que se hizo en Portugal porque coincidía el mismo día con el examen para Operador Logístico.

Y llegó el día, ya no había marcha atrás, llegó el momento del examen y que fuera lo que Dios quisiera.

Primero era un test de preguntas, si te equivocabas contaban en negativo y si suspendes ya no te corrigen los supuestos, por lo tanto, tuve que contestar con total seguridad a las que me sabía. Durante todas las clases hubo unos temas que los pasamos por alto porque nunca salían, pues ya os imagináis lo que voy a decir. La primera vez que entraron en el examen fue ese famoso Noviembre del 2004, es decir, mi examen. Yo era del segundo turno porque se presentaban mucha cantidad de gente , y los del turno anterior  salieron diciendo que había sido facilísimo. Nosotros no lo vimos así, pero hice el examen, test y supuestos y me sobró tiempo. Salí y al poco tiempo salió también una de mis compañeras de asiento. Nos pusimos a repasar y empezamos a dar saltos de alegría, habíamos contestado igual no solo en los test sino en los supuestos. Las dos estábamos seguras y seguimos brincando. La verdad es que era un poco ridículo, ¿verdad? Imaginaros dos personas muy adultas -aunque la otra era mucho más joven que yo- dando saltos y agarradas de las manos como si fuéramos niñas pequeñas jugando al corro de la patata. Pero yo ya me veía aprobada. Incluso pensé, puedo llegar todavía a la convención y celebrarlo con mis compañeros. Empezaron a salir el resto de los examinados, y comenzaron a hablar, habían contestado totalmente diferente que nosotras. La sonrisa de las dos se congeló, el sudor empezó a correr por nuestros cuerpos, y las dudas surgieron. Se nos había ido la oportunidad de haber aprobado. La mujer del camionero salió feliz y contenta, “he contestado a todo”. ¿A todo? Era imposible totalmente. ¿Se lo sabía todo?.

Recibí una llamada desde la convención para que preguntarme por el examen y que me animara a llegar hasta allí, yo ya me había desinflado y solo quería llegar a mi casa y ponerme a llorar o a patalear por haber perdido la oportunidad de aprobar.

Bueno, que le vamos a hacer, guardo mis apuntes para presentarme el año que viene en mayo.

Llegó diciembre y pasado mediados de diciembre (no me acuerdo si fue el 22 o el 25), recibo una llamada de mi profesora diciendo que estaba aprobada. ¿QUÉ? No se sabía el nombre ni los apellidos de todo el mundo, pero se acordaba perfectamente del mío y había buscado en las listas. Grité porque me acaba de quitar un gran peso de encima, además ya no hacía falta volver a estudiar los dichosos temas. Aunque tengo que decir que otras cosas que me enseñaron me ha servido mucho en mi trabajo, e incluso, al día de hoy, todavía repaso en los apuntes algunas cosillas, aunque otras han cambiado incluso la contabilidad.

Mi personal me miraba, y como todos sabían a lo que me había presentado, por supuesto que se alegraron de que se hubiera conseguido. Y además bien orgullosa, lo había conseguido a la primera.

A partir de ese momento, a presentar papeles para que me dieran el título y la tarjeta de transporte como operador logístico. Y hasta ahora que creo que ha cambiado, cada 2 años hay que volver a presentar todos los papeles y renovarla.

También tengo que añadir que dependiendo del ente que preguntes te da información diferente pero si además añadimos que cada comunidad autónoma también lo puede cambiar, hace que algunas veces no se sepa si es necesario o no, o si hace falta mandar más papeles o no. Pero bueno, yo desde el año 2004 voy presentando los papeles y todo lo tengo en mi poder. Ya veremos los cambios para el próximo año.

Tengo que decir que mi hija se ha presentado también ahora y también lo ha aprobado a la primera. De tal palo, tal astilla, je, je.

Por lo tanto, se ha conseguido con esfuerzo personal y económico, y me da mucha rabia cuando veo algunas empresas que no lo tienen.

Además todas las empresas de transporte debemos de estar de alta en el registro de la Ley Postal y pagar unas tasas anualmente y también tengo conocimiento que hay otras agencias que no lo tienen.

Pues todo esto hace que la empresa barata pueda repercutir el día de mañana los errores en los propios clientes, puesto que muchos clientes no saben que trabajar con una empresa de transporte que no tienen la tarjeta de Operador Logístico, se produce una multa directa al cliente y no vale decir que no sabía que pasaba esto, es como el Ibi, que aunque no te llegue la notificación escrita el pagador sabe que lo tiene que pagar sin contemplaciones, pues en estos casos es lo mismo.

Cuando los clientes me piden que les saque el certificado de estar al corriente de pago en hacienda y en la seguridad social y no me piden o ni me preguntan si estoy autorizada correctamente para tener una agencia de transporte, pienso que hay un gran desconocimiento de éste tema y sus posibles consecuencias, porque como dicen mis comerciales con el hashtag #lobaratosalecaro es una verdad como un templo.

Carmen Ruiz Atienza

Liberación 2000 participará en la carrera de la Fundación Isabel Gemio

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

Carrera

De nuevo, desde Liberación 2000 damos soporte a causas sociales. El próximo 30 de noviembre, nuestro equipo de competición participará en la carrera organizada por la Fundación Isabel Gemio y destinada a recaudar dinero para infantes afectados por enfermedades raras. Además, ¡Nacex/Liberación 2000 también seremos unos de los patrocinadores!

¡La Delegación 2826 cumple 10 años!

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

cumple

El 2 de noviembre de 2003, comenzamos con la Delegación 2826. Era la tercera que abríamos, pero no por eso, las dificultades iban a ser menores. La apertura de la agencia venía precedida por unos malos acontecimientos que mejor no recordar ahora. En realidad, aunque figuraba que sólo estaba la agencia 2826, dentro estaban otras 2 delegaciones más, la 2827 y la 2828. Así estuvimos un mes entero. Fue muy complicado, por varias razones:

  • Aunque éramos tres agencias, quedaba sólo la 2826 como responsable de todo;
  • No conocíamos bien la zona y tuvimos que tener personal que no era mío;
  • Nos encontramos con robos inesperados

El control de todo fue muy complicado, y paso unos días hasta que todo quedó solucionado. De algo tuvo que valer la experiencia. Al mes siguiente, cuando sólo nos quedamos con lo que nos correspondía todo fue mejorando, aunque sólo en operativa.

Hoy en día están todos los problemas solucionados, hay un gran equipo de trabajo y sólo hace falta que dicho trabajo aumente y que se termine la crisis. Pero recuerdo que algunas veces he cogido el coche para ir desde San Sebastián de los Reyes a San Fernando de Henares que parecía que había puesto el turbo en el coche. Pero lo peor ya ha pasado y sólo hace falta que los clientes nos den mucho, pero que muchos servicios.

FELICIDADES CHIC@S, CUMPLIMOS 10 AÑOS ABIERTOS.

Historia de Halloween 5: El enano informático maléfico

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

halloween5

Cada vez que pienso en esta historia, los pelos de mi cuerpo se ponen como escarpias, el sudor sale de mi cuerpo con una frialdad que hace que se estremezcan todos los huesos y aparezca la carne de gallina. Por desgracia para mí, es una historia que no para de ocurrir ni de crecer. Cuando parece que estamos unos días más o menos tranquilos, los enanos informáticos hacen posible que no se nos olviden que existen y que, aunque no sepamos donde se encuentra, EXISTEN. Son como las brujas, verlas no las vemos, pero están rezagadas en algún lugar del Universo y cuando menos lo esperas saltan a tu espalda.

En este caso, saltan de frente, miras la pantalla, la miras, la miras, y la vuelves a mirar, y todo está en el mismo sitio, no se ha movido ni un ápice. Te levantas para estirar las piernas, vuelves y sigue, y sigue y sigue en el mismo sitio. Pero, los enanos están trabajando, lo sabemos, porque de vez en cuando, no funciona nada, se apaga y aparece una pantalla negra. En otras ocasiones, cuando has conseguido avanzar el trabajo, mirando el reloj para conseguir salir pronto, lo que ocurre es que se cierra el programa, justo cuando estabas a punto de imprimir, todo perdido, de nuevo a comenzar. Tu cara parece un cromo, pegado a una pantalla de ordenador. La locura aparece en tu mente y ves a cientos de murciélagos que se van dirigiendo a tu cara, mueves los brazos con espasmos para quitarte su pegajoso contacto, pero es imposible. Los enanos han hecho que salgan automáticamente para hacer que pierdas tiempo y no te des cuenta de todo lo que todavía queda por hacer de trabajo.

Pero, estos enanos tienen vida propia, podemos llamarlos los elfos de los microchip. Cuando deciden salir a molestar, el ambiente se vuelve enrarecido, podemos ver rayos y truenos encima de nuestras cabezas, las venas de la garganta se hinchan y se ponen de color morado Semana Santa, los ojos se salen de las órbitas y mi color de ojos se convierte en un negro tenebroso -sobre todo teniendo en cuenta que son verdes-. Y lo malo es que son los Reyes del Mambo. Con el Papa hemos topado, querido Sancho.

Los informáticos deciden lo que te viene bien, lo que no te viene bien, cómo tienes que trabajar, cuando no puedes trabajar, etc., etc., Por eso, el cuento más tenebroso, lúgubre y triste de Halloween se lo dedico a esos desgraciados enanos que están en los chips de los ordenadores y que no salen cada 1 de Noviembre para celebrar la fiesta, están todos los días en nuestras oficinas, en nuestras casas, en la calle, en el espacio, en todas las partes, riéndose de nosotros y pensando “Esstaaisss eeen nnnuuuestttrasss mannnnos, insignificantes humanos”.

Historia de Halloween 4: El comercial diabólico

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

Halloween4

La vida de un vendedor siempre es complicada y más aún cuando entras en sitios que nunca has estado y abres puertas que no sabes a qué o a quién te vas a encontrar detrás. Pero, hay que pisar fuerte y no parar ni acongojarse y hasta el fondo, pero con educación claro está.

Os voy a contar una historia terrorífica que viví en una de mis últimas visitas en las que intentaba cobrar unas facturillas que se habían olvidado.

Ese día, recuerdo que me levanté con un fuerte dolor de cabeza. Normal -me dije-, era el típico día nublado, húmedo y con mucho viento (de los mejores días para vender, ya que no hay muchos en la calle vendiendo, pero quizás no lo era para cobrar facturas pendientes….)  Aparqué en la puerta del cliente, era una fábrica muy grande, muy vieja por fuera y parecía incluso hasta abandonada. Solo su presencia desde fuera te daba repelús. ¡Madre mía, donde me estoy metiendo!

A lo lejos vi la caseta de seguridad y me dirigí hacia allí, me fijé que por la noche se debía de haber caído un cartel de publicidad gigante, debió de ser por el aire que hubo esa noche,  pero menos mal, por cinco metros de distancia no cayo encima de la caseta del vigilante que estaba al lado, sino hubieran acabado papilla, sentí de nuevo el repelús por la espalda de pensarlo.

Llamé al vigilante y se abrió una ventana, me asome y vi a un tipo que mediría dos metros de altura, un poco entrado en carnes (se le salía la camisa por debajo de la chaquetilla…), el cual, sin soltar un pedazo de bocata de chorizo, me dijo: ¡Dime, qué quieres! (Me dije: pues empezamos bien) Vengo a ver a “X” por unos asuntos que tengo pendientes de tratar con él. El vigilante gigante, me dijo con su tono de voz tan amable y con una peste de chorizo que daba miedo: “Tienes que atravesar toda la fábrica andando, porque no puedes entrar con el coche, serán unos 2 km. Ten cuidado con los camiones que no respetan a nadie y cuando veas una puerta naranja, te metes, que por allí estarán”. Con determinación, le dije: “OK, voy para allá”.

Esta fábrica es enorme y las “carreteras“ de acceso hasta donde tengo que llegar son laberintos muy estrechos y no paraban de pasar camiones gigantes, a bastante velocidad, entre mi persona y los camiones no había mas de un metro de separación, cada vez que me cruzaba con uno, me paraba y pegaba la espalda a la pared. Y solo veía camiones y ventanas, pero no veía a ninguna persona, aunque me sentía como si estuviera observado en todo momento. Tras cruzarme con 6 camiones, por lo menos, y verme casi atropellado, conseguí ver la maldita puerta naranja. Llamé a la puerta y allí no abría nadie, seguía sin ver a ninguna persona.

Me dije: no voy a llegar hasta aquí para nada. Así que, agarré la maneta de la puerta con decisión y abrí. Me dio en la cara una sensación de frío, humedad y un olor súper fuerte, que me hizo parar. Pero igual que antes decidí que tenía que seguir, subí unas escaleras y llegue a otra puerta con ventana de cristal. Me asomé, llamé y allí no había ni Dios. Así que, abrí la puerta y: “Hola! hay alguien?” y nada…. de repente, el olor que sentí al abrir la puerta se había duplicado y era hasta insoportable, mezcla de rancio, quemado, buff, ¡qué asco!, pero me fije en el suelo y ya me quedé blanco, empecé a ver huellas de alguien marcadas en el suelo, marcadas por algo que parecía sangre y no, no lo parecía, cada vez había más sangre y charcos gigantes de sangre. Automáticamente, mis piernas dieron un paso hacia atrás y oí en un tono inaguantable de sonido como chillidos. ¿Qué digo como chillidos? ¡¡Parecía que estaban matando a alguien!! Entonces ya sí que sí, me cagué y dije: “Oscar vuelve por donde has venido” y retrocedí hasta la puerta con ventana de cristal y la atravesé. Seguía oyendo los gritos al fondo, bajé las escaleras como un rayo y, de repente, se abrió la maldita puerta naranja, frené en seco y apareció un hombre de dos metros vestido de blanco con gorro en la cabeza, con guantes y botas hasta las rodillas y lleno de sangre por el pecho. Y me dijo: “pero chico, ¿dónde vas?” Y balbuceando le contesté: “vengo a cobrar unas facturas pendientes”. A lo que me respondió el gigante carnicero: “estás equivocado de puerta, estas en el Matadero, las oficinas son la siguiente puerta Naranja, a cien metros para abajo lo puedes encontrar”. Y entonces, me desperté de mi paranoia personal y me di cuenta de que estaba en un matadero de carne…….

Y por cierto, mereció la pena: ¡conseguí cobrar!

Historia de Halloween 3: No sin mi hija

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

Halloween3

Esta historia ocurrió hace algunos años, en la oficina de San Fernando de Henares. Un conocido nos pidió que, como tenía una hija que no quería seguir estudiando, si se la podía contratar. Era menor de edad y nunca habíamos hecho esto, pero por probar, pensamos no se perdía nada. Así lo hicimos, tuvo que firmar el contrato su padre porque al ser menor tenía que ser así. La verdad es que  le quedaba poco para la mayoría de edad.

Rápidamente, nos dimos cuenta que esa niña tenía una sensibilidad especial. Era demasiado delicada para este trabajo. Su edad biológica era de 17 años, pero su edad mental estaba lejos todavía de pasar la infancia.

Su mirada era extraña, no teníamos claro si era que no nos explicábamos correctamente o ella estaba oyendo otras voces diferentes a las nuestras. Podría ser que sus oídos pudieran percibir otros sonidos diferentes y que su visión fuera mucho más profunda que la nuestra.

La realidad es que, antes de que se cumpliera 15 días, tuvimos que romper el contrato. Ella lo entendió perfectamente, no había ningún problema, quizás no era la primera vez que le pasaba. Lo malo fue cuando se informó de ello a su padre.

La persona amable que había venido el primer día se convirtió en un ser agresivo, palabras mal sonantes, gritos en vez de susurros y amenazó que llegaría en poco tiempo y que estuviéramos preparados. Así lo hicimos, estuvimos inquietos esperando su llegada.

Por fin apareció, y la primera media hora, fue imposible decir nada en nuestra defensa. Parecía que de su boca salían murciélagos, rapiñas, sapos y cualquier otro animal que os podáis imaginar.

Mientras que esto ocurría, nosotros estamos pensando si nos volvíamos como él o bien intentábamos razonar con esa persona. Pero, ¿¿cómo le decíamos a un padre que su hija le quedaba un tiempo más de desarrollo mental? Con mucho cuidado se estudió las palabras que se tenían que decir, cuando conseguimos articular palabra, veíamos que la sangre iba a saltar por nuestras cabezas. Al final, la angelical hija intercedió por nosotros. Tranquilizó a su padre y se fueron maldiciendo por debajo a todas nuestras familias.

Y pensamos todos: ¿cómo una niña buena y angelical aunque con menos edad mental ha podido salir de alguien que no entraba en razón?