Me hago esta pregunta una y otra vez. ¿Qué les tocará vivir a estas niñas que acaban de aterrizar a nuestro mundo?.

La lucha de millones de mujeres, sobre todo en los últimos siglos consiguieron muchos avances, porque hasta entonces las mujeres eran seres inferiores e inexistentes. Desde los años 70 dichos avances han ido más deprisa dentro de las posibilidades que puede dar una sociedad claramente machista y con unos instintos primitivos, casi intactos desde la edad de piedra de la historia del ser “humano”.

Se puede educar una mente machista pero hay un gen primitivo que hace que pueda realizar las atrocidades mas inimaginables y por supuesto, no les expongamos a ninguna tensión porque entonces se desborda.

Por eso, en este día de exaltación a la mujer y teniendo en cuenta que nuestra lucha es continua, todos los días del año, voy a exponer aquello que no quiero que vivan ninguna mujer más, y se lo dedico a mi hija y a mi nieta:

• Te deseo que ningún pervertido te estropee tu infancia porque tienes la obligación de ser feliz.
• Te deseo que no tengas que bajar la cabeza y arquear la espalda, de la vergüenza que te da oír esos “piropos”.
• Te deseo que no tengas que cruzarte de acera porque veas un grupo de “muchachos” devorándote con los ojos.
• Te deseo que no tengas que enrojecer porque sabes que esa mirada no es buena, ni es de admiración.
• Te deseo que puedas vestirte cómo quieras sin que te digas que vas provocando.
• Te deseo que puedas ir por la  noche con libertad y sin miedo porque no sabes quién te puede acechar.
• Te deseo que tu madre pueda dormir tranquila cuando sabe que te estás divirtiendo, sin estar pendiente de una llamada.
• Te deseo que no te pregunten en el trabajo cuando vas a tener hijos.
• Te deseo que no te digan que se te ha pasado el arroz cuando puede ser tu decisión no tener hijos.
• Te deseo que no tengas que dar un puñetazo en la mesa para que tú opinión sea escuchada.
• Te deseo que no compres un piso a tu nombre y que el notario sólo mire al hombre.
• Te deseo que puedas comprar un coche sin que te diga que ese no es el que te pega.
• Te deseo que no tengas que firmar nada como un hombre.
• Te deseo que no te digan que tu trabajo como secretaria es traer un café.
• Te deseo que no te llamen frígida cuando tu marido quiere hacerte el amor borracho.
• Te deseo que no tengas que decir que te duele la cabeza porque tu compañero quiere continuamente estar “jodiendo” contigo.
• Te deseo que no tengas que oir durante un embarazo que le das asco porque has engordado.
• Te deseo que no te digan nunca que no van a asistir a tu parto porque no va a dejar de trabajar para acompañarte.
• Te deseo que no estés con los puntos del parto y tu compañero te diga que está saliendo con otra mujer.
• Te deseo que tengas a un compañero de viaje que te ayude con los hijos, la casa, el trabajo, la vida.
• Te deseo que si no tienes a ese compañero no te señalen con el dedo.
• Te deseo que no te digan que estás más guapa porque seguro que tienes a un novio.
• Te deseo que no te digan que si estás triste es porque no te “han metido una buena …”
• Te deseo que nunca te sientas el sexo débil porque no lo somos. Quién piensa así son los verdaderos débiles.
• Te deseo que seas libre, que hagas lo que quieras porque lo quieres, y sobre todo que seas feliz, muy feliz.

Podría seguir y seguir, hasta la eternidad, pero durante estos años ya he hecho muchas entradas en el blog hablando de todo esto y por desgracia, creo que todavía queda mucho, pero vamos avanzando, avanzando, avanzando.

¡¡¡Feliz Día de la Mujer!!!

Esta entrada se la dedico a todas las aquellas personas que, por un motivo u otro, han engordado alguna vez en su vida.

Yo hace unos años engordé lo que no está escrito. En los dos últimos años, además y al dejar de fumar, la cosa fue a peor: parecía un luchador de sumo, así había cambiado mi cuerpo.

Lo peor de todo es que tenía que asistir a convenciones, reuniones, visitas con clientes, etc. con esta carga encima, literalmente hablando.

Parecía que me había comido a mí misma.

Al mismo tiempo, las enfermedades se hacían presa de mí. Las rodillas no aguantaban mi peso, el hígado lo tenía graso, el colesterol por las nubes… Malas noticias.

Me puse a hacer ejercicio y me parecía a Don Pimpón de Barrio Sésamo. Los que son de mi edad, me entenderán; los que no, googleadlo y me entenderéis.

Era incapaz de dar saltos. Los que me han visto bailar se quedarán ojipláticos, pero es que es súper difícil hacerlo con varios kilos de más.

No sabía pintarme, mi cara había cambiado de forma, y eran muchos años pintándome de otra manera y no daba con la tecla necesaria.

La ropa me costaba mucho dinero, ropa de tallas especiales, con la misma talla en algunos sitios parecía que iba a explotar como un globo y en otros me estaba grande.

Parecía una mesa camilla vestida. Era la Ramona en el siglo XXI.

Ninguna dieta surtía efecto, siempre con lechuguita y con todo a la plancha, pasando hambre no, lo siguiente. ¿Y para qué? Para adelgazar 100 gramos que, en cuanto me descuidaba, volvía a recuperar con 400gr extra.

Aunque el tamaño era grande en circunferencia, pasaba al lado de la gente y no me veían, me daban con las puertas en las narices, pero literalmente, que no exagero. No existía y mira que se me veía.

El año pasado me marché a un balneario especial para intentar bajar de peso. Una semana de pasar mucho hambre, ejercicio al máximo, y al final, unos pocos kilos menos, pero vamos que digo kilos por no decir gramos. Eran las fiestas del pueblo donde estaba el balneario y yo quieta sin salir, sólo pensaba en que pasaran las horas para que llegara la siguiente comida. Dos hojas de canónigos con unas migas de merluza, acompañadas por un tomate cherry.

¿Cómo pueden decir que así se es feliz? Imposible. Por lo menos, yo no lo era.

En febrero empecé un régimen que, gracias a Dios, me está haciendo volver a mí ser. Si bien parezco una monja de clausura porque no salgo a la calle por no pecar, por lo menos se están viendo los resultados.

Ya me vuelvo a pintar y reconozco mi cara, utilizo de nuevo los tacones, las rodillas están muy bien, el hígado perfecto, el colesterol ¿qué es eso?, la ropa me vuelvo a poner la mía de hace 8 años y me puedo comprar ropa en todas aquellas tiendas baratas pero que el tallaje también es pequeño, y me vuelven a abrir las puertas porque me ven.

Vuelvo a ser persona. Y que conste que no digo que el que esté más fuerte no sea persona, es simplemente que yo no me sentía como tal; cada uno se tiene que sentir como quiere sentirse y yo ahora estoy cada día más cerca o más bien, cada kilo más cerca del reto.

Lo importante es ser feliz y yo lo soy. ¿Y tú? ¿También lo eres? Es lo único que importa, porque la vida nos puede sorprender en cualquier momento. Vive como quieras vivir y goza todo lo que puedas y mucho más, siempre y cuando te dejen.

“Una mesa, una silla, un plato de fruta y un violín, ¿qué más necesita un hombre para ser feliz?”, dijo una vez Albert Einstein. Qué razón tenía, qué poco nos hace falta a veces para ser felices. El frenético ritmo de la vida nos frena en muchas ocasiones a la hora de pararnos a disfrutar de esas pequeñas cosas que tanta alegría nos producen. Quizá para Einstein la felicidad fuera un instrumento y un bol de fruta, para ti puede ser un balón de fútbol y un bocadillo de calamares. Y es que, si bien lo bonito es poder compartirla con otros, cada persona vive la felicidad de forma distinta. Y para ti, ¿qué es la felicidad?

La felicidad es despertarte un domingo a las 7 y darte cuenta de que es domingo y puedes dormir más.

La felicidad es encontrar aparcamiento en la puerta del restaurante.

La felicidad es llegar a un examen y que te pregunten por el único tema que te ha dado tiempo a estudiar.

La felicidad es un sofá, una manta, un bol de palomitas y una buena película un sábado por la tarde.

La felicidad es tumbarse en el suelo fresquito en un día caluroso.

La felicidad es la chimenea chisporreteando en una tarde de invierno.

La felicidad es cantar en la ducha y bailar frente al espejo.

La felicidad es cuando por fin encuentras la postura ideal para dormirte.

La felicidad es abrir el congelador y verlo lleno de tuppers de mamá.

La felicidad es tumbarse a ver las estrellas.

La felicidad es ver a tu perro saltar de alegría cuando entras por la puerta.

La felicidad es pizza y Coca-cola.

La felicidad es el gol de Iniesta en el mundial.

La felicidad es sentir la carcajada de un bebé.

La felicidad es encontrarte un billete en el bolsillo de la chaqueta que tenías en el armario.

La felicidad es que te salga el último cromo que te faltaba para completar la colección.

La felicidad es ver el atardecer con una cerveza en la mano.

La felicidad es llegar a la ventanilla y que no haya cola.

La felicidad es explotar burbujas del papel de burbujas.

La felicidad es tu almohada después de unos días fuera de casa.

La felicidad es cantar tu canción favorita a pleno pulmón cuando vas conduciendo.

La felicidad es un café con leche calentito esperando en tu mesa.

La felicidad es el beso que todo lo cura de mamá.

La felicidad es marcar el gol de la victoria.

La felicidad es ver a tu hijo o a tu hija marcar el gol de la victoria.

La felicidad es verlo o verla a tu lado cada día cuando te levantas.

La felicidad es un beso inesperado.

La felicidad es…

Y a ti, ¿qué es lo que te hace feliz? ¡Feliz Día Mundial de la Felicidad!