Publicaciones etiquetadas ‘terror’

Historia de Halloween 3: No sin mi hija

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

Halloween3

Esta historia ocurrió hace algunos años, en la oficina de San Fernando de Henares. Un conocido nos pidió que, como tenía una hija que no quería seguir estudiando, si se la podía contratar. Era menor de edad y nunca habíamos hecho esto, pero por probar, pensamos no se perdía nada. Así lo hicimos, tuvo que firmar el contrato su padre porque al ser menor tenía que ser así. La verdad es que  le quedaba poco para la mayoría de edad.

Rápidamente, nos dimos cuenta que esa niña tenía una sensibilidad especial. Era demasiado delicada para este trabajo. Su edad biológica era de 17 años, pero su edad mental estaba lejos todavía de pasar la infancia.

Su mirada era extraña, no teníamos claro si era que no nos explicábamos correctamente o ella estaba oyendo otras voces diferentes a las nuestras. Podría ser que sus oídos pudieran percibir otros sonidos diferentes y que su visión fuera mucho más profunda que la nuestra.

La realidad es que, antes de que se cumpliera 15 días, tuvimos que romper el contrato. Ella lo entendió perfectamente, no había ningún problema, quizás no era la primera vez que le pasaba. Lo malo fue cuando se informó de ello a su padre.

La persona amable que había venido el primer día se convirtió en un ser agresivo, palabras mal sonantes, gritos en vez de susurros y amenazó que llegaría en poco tiempo y que estuviéramos preparados. Así lo hicimos, estuvimos inquietos esperando su llegada.

Por fin apareció, y la primera media hora, fue imposible decir nada en nuestra defensa. Parecía que de su boca salían murciélagos, rapiñas, sapos y cualquier otro animal que os podáis imaginar.

Mientras que esto ocurría, nosotros estamos pensando si nos volvíamos como él o bien intentábamos razonar con esa persona. Pero, ¿¿cómo le decíamos a un padre que su hija le quedaba un tiempo más de desarrollo mental? Con mucho cuidado se estudió las palabras que se tenían que decir, cuando conseguimos articular palabra, veíamos que la sangre iba a saltar por nuestras cabezas. Al final, la angelical hija intercedió por nosotros. Tranquilizó a su padre y se fueron maldiciendo por debajo a todas nuestras familias.

Y pensamos todos: ¿cómo una niña buena y angelical aunque con menos edad mental ha podido salir de alguien que no entraba en razón?

Historia de Halloween 2: Cristina y su bolso

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

Halloween2

Hace algún tiempo, en la oficina de San Sebastián de los Reyes, tuvimos una reunión con todo el personal. Se había hecho un curso de inteligencia emocional y se hizo una reunión para poner en práctica lo aprendido. Todos estábamos tranquilos y relajados, sólo estábamos pendientes del teléfono para atenderlo.

Nos pusimos a jugar con los ejercicios aprendidos durante el curso. Había risas en muchos momentos, en otros había tensión en el ambiente. En un momento dado, se puso el ejercicio más difícil. Había que definir a otra persona, cosas positivas y cosas negativas. Hay que averiguar como los demás nos ven no solo como nos vemos a nosotros mismos.

Al principio del ejercicio, todo el mundo reía, empecé yo a ser el blanco de las opiniones. En este apartado fueron rápidos todos. Es fácil criticar a la jefa. Muchos comentarios fueron muy interesantes para mí y también salieron cosas buenas, aunque fuera para relajar el ambiente. Lo malo llegó cuando empezaron entre ellos. Las miradas eran entre miedo, horror, temblor y sorpresa, no se lo esperaban.

Poco a poco, todos dieron su opinión sobre otra persona, al principio con timidez, luego cogiendo confianza con frases más completas. La tensión estaba en su máximo punto. Había recelos en esas miradas. ¡Vaya sorpresas que se estaban dando! De repente, estaba yo en el pasillo, yendo para arriba y para abajo, y cuando estoy de espalda a la calle, veo que pasan a mí alrededor dos figuras pequeñas, una por la derecha y otra por la izquierda.

Eran dos figuras muy pequeñas pero muy rápidas. Los bolsos, los móviles, el dinero, y nuestros cuerpos, estaban a merced de esas dos pequeñas figuras. Todo ocurrió tan rápidamente que no tuvimos tiempo de recoger nuestras pertenencias. Al principio, me di la vuelta buscando a los padres de las criaturas pensando que era algún cliente que había traído a su familia. No había nadie.

Pensando que eran expertas ladronas cogimos los bolsos. Pero los bolsos no les interesaban, sólo querían los móviles y los espíritus que dichos aparatos infernales podían absorber. Con la misma rapidez con que entraron, volvieron a salir y nosotros detrás, no sabíamos si habían cogido algo importante. Desde fuera nos dijeron: “no nos toquéis, va a venir toda mi familia y os van a pegar como nos toquéis”.

Parecía mentira cómo dos personas tan pequeñitas podían desprender tanto odio y maldad por esas miradas. Nos iban a maldecir de un momento a otro. Daban ganas de hacer la cruz con los dedos, tocarte la cabeza o besar la estampa de un santo si la hubiéramos tenido, pero no pudimos hacer nada, sólo intentar que no se notara cómo nos temblaban a todos las piernas. Nos avisaron que volverían con toda su familia, tuvimos el miedo metido durante días, esperando que apareciera todo el clan. ¡Qué monada de infancia!

¿Preparadas para robar o para meternos el miedo en el cuerpo?

Historia de Halloween 1: El miedo en las venas

Escrito por Liberación 2000. Posteado en Noticias

Halloween1

Un día de noviembre, frío, lluvia, mucha lluvia. El agua resonaba en el techo de metal de la nave, el ruido era cada vez más fuerte. Carlos, mensajero de Liberación 2000, esperaba impaciente que se le diera trabajo. Como buen empleado y experto en tormentas sabía que ese día podía terminar en rayos y truenos, y prefería estar ya guarnecido en la plataforma y no en la carretera conduciendo. Efectivamente, en pocos segundos, la oscuridad se hizo patente, el granizo sonaba en el techo como meteoritos cayendo. Cuando la tensión del momento estaba al límite, ocurrió lo impensable: ¡se marchó la luz!

Todo estaba a oscuras, menos mal que habíamos hecho un pedido de linternas Nacex y todos nos pusimos a encenderlas. Como es nuestra obligación llamamos al CAF para notificar nuestra situación. Mientras esperábamos que todo se arreglara, Josito tuvo una genial idea: ¿por qué no nos ponemos las linternas en la cara y contamos una historia de miedo?

No nos dio tiempo a empezar, Carlos empezó a correr por la nave y se metió debajo de una mesa. ¿Qué había pasado? ¿Por qué un hombre que está fuerte y hace deporte se ha metido debajo de la mesa? ¿Es que hay algo que le pueda asustar? ¿Ha visto algo para que esté temblando?

Se empezaron a oír unos ruidos macabros, una respiración fuerte pero al mismo tiempo demasiado rápida. La oscuridad, el ruido en el tejado, hicieron que todos viéramos fantasmas en todos los lados. ¿Quién me ha rozado? ¿Qué es esa luz que se ve en el despacho?

Me acerqué a Carlos, le vi temblando, sudoroso, el pánico reflejado en su mirada. Me asusté, ¿qué podía haber pasado para que un grandullón estuviera en ese estado? No hay nada ni nadie que le asuste, pero esta vez era diferente. No articulaba palabra, solo señalaba a algo que parecía que se movía, porque sus dedos marcaban posiciones diferentes cada vez. Mi cabeza giraba al ritmo de sus dedos, parecía la niña del exorcista, cambiando de dirección de un lado a otro rápidamente, pero ¿qué puede estar viendo que se puede mover a tanta velocidad? Cuando miraba a un sitio, me señalaba otro. Y él seguía debajo de la mesa. Al final, pude comprobar el monstruo al que hacía referencia. Mientras que unos cogimos las telas que podíamos para lanzarlas contra el monstruo, otros fueron a por un spray de matar bichos. Entre todos lo conseguimos, el asesino, cruel, feo monstruo había sucumbido a nuestros expertos actos. Tembloroso todavía y dudando de que lo hubiéramos conseguido, salió de su escondite, comprobó que todo estaba bien, la luz se hizo de nuevo, y por arte de magia, dejó de llover y todos seguimos trabajando mucho más relajados y con el monstruo derrotado.

El abejorro terminó en la basura