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Cómo tener cero clientes y no morir en el intento

Escrito por Liberación 2000. Posteado en El Blog de Carmen

Se buscan clientes

Nacex empezó su camino el 6 de Febrero de 1995. Somos pocas delegaciones, pero con mucha ilusión y unas ganas tremendas en que este proyecto salga adelante, sobre todo por el bien de mi misma (casa hipotecada de nuevo, sin otro trabajo, cambio de vida familiar, social, etc.).

Como ya dije en otra entrada del blog, yo era funcionaria de la Comunidad de Madrid. Durante los primeros meses intenté compaginar ambos trabajos, pero me di cuenta que Nacex absorbía todo el tiempo diurno y hasta nocturno. Decidí coger la excedencia como funcionaria. Esto suponía que en dos años no podía volver a la Comunidad de Madrid, por lo que tuve que tomar otra decisión importante en mi vida: dejar la tranquilidad que tenía en horarios, vacaciones y salario para arriesgarme en una empresa que no sabía el futuro que tendría.

Nos encontramos que el dinero que conseguimos por la segunda hipoteca de la vivienda se había ido gran parte en el alquiler de la nave para empezar: mobiliario, ordenadores, fax, fotocopiadoras, teléfonos, personal, etc., y con “Cero clientes”. Añadir que el dinero que nos quedaba sólo nos llegaría para tres meses. Después, no tendríamos nada, sólo deudas e ilusión, mezcladas con incertidumbre y miedo (por qué no decirlo).

Y empezamos el 6 de febrero, mirando el teléfono porque nadie llamaba. Había que salir a buscar a los clientes y que también empezaran a confiar en nosotros. Ninguna empresa nos conocía, habíamos nacido sin hacer mucho ruido, por lo tanto, cuando me presentaba a cualquier empresa tenía que repetir el nombre varias veces. No les sonaba, éramos nuevos.

Pero lo peor de todo no era que no conocieran nuestro nombre, era que no sabían cómo trabajábamos, y es lógico, no lo sabíamos ni nosotros, pero en esa época estábamos seguros que pondríamos todo de nuestra parte para que todo no saliera bien, sino estupendamente. Es increíble, pero al poner éstas palabras me encuentro que es lo mismo que actualmente hacemos.

Todas las personas que comenzamos en Nacex, teníamos y tenemos la misma filosofía de trabajo.

“El cliente tiene la preocupación de su envío sólo hasta el momento que nos hace entrega del mismo, en ese momento ya no tiene ninguna preocupación. Dicha responsabilidad pasa automáticamente a nosotros, y a partir de ese momento, hacemos lo que tengamos que hacer para que los envíos lleguen a donde les están esperando”. Es decir, nosotros estamos para aliviar problemas a los clientes.

Siempre luchamos por este fin, algunas veces (muy pocas) no se puede cumplir por problemas ajenos a nosotros, pero siempre estamos en continuo movimiento de mejora.

Al principio, lógicamente, la filosofía y la teoría la teníamos, pero lo que no teníamos era al cliente. Por lo tanto, había que hacer todo lo posible para convencerle de que nos diera por lo menos un solo envío. Se rogaba (literalmente, porfa, porfa…) para que nos dieran un envío y cuando se conseguía lo teníamos entre algodones. Si el cliente de esa época y el actual supieran lo que somos capaces de hacer con su envío para que todo llegue a su destino, se quedaría asombrado.

Cuando en un envío se produce algún contratiempo, parece que es un hijo en tú entrañas, se te encoge el estómago, sufres sudores y temblores de voz, síntomas de agonía, y sólo se termina cuando está el trabajo finalizado.

Al principio, debido a la incertidumbre, sufríamos con todos los envíos que habíamos conseguido realizar, puesto que eso significaba que ya teníamos un cliente.

Me acuerdo un caso en concreto: ya teníamos el primer cliente, nos probó, le gustamos y se dio cuenta que somos una empresa seria y empezó a confiar en nosotros. Tengo que decir que dicho cliente a día de hoy sigue trabajando con nosotros, por lo tanto, creo que antes y ahora le hemos demostrado de que piel estamos hechos. Pues como estaba contando, nos pide que entreguemos un concurso muy importante (todos los concursos son importantes pero éste parecía más todavía). Sin cortos ni perezosos, nosotros asumimos dicho reto, aún teniendo el cuerpo temblando y rezando a todos los dioses de todas las religiones, por si acaso. Pero llega la sorpresa, el concurso hay que presentarlo en París (La France). Había que hacerlo todo rápido, perfecto, el plazo de presentación era justo en el tiempo. No se podía encargar a nadie ésta responsabilidad.

Mi antiguo socio era el “comercial” el que cogía el maletín y se iba a buscar a los clientes y yo la parte “administrativa” de organización, control, etc.

Aunque los dos sabíamos hablar francés, se pensó que mejor que fuera yo a París a hacer dicha entrega. Nadie tuvo en cuenta el peso que tendría que llevar. Me encontré en el aeropuerto de Barajas y mi socio me trajo el concurso. Cuando vi la cantidad de papeles que había que presentar, me encontré sin fuerzas suficientes ni para facturarlo. En ese mismo momento hicimos el cambio. Es mi socio el que se dirigió a “la France” para presentar dicho concurso. Al final, todo salió perfectamente. Se hizo la entrega correspondiente y entró en plazo. Un gran éxito para el cliente, pero ¿qué significó para nosotros?:

  • Una gran satisfacción;
  • Un buenísimo aprendizaje;
  • Una toma de conciencia de que podíamos con todo lo que nos viniera en el futuro;
  • Nuestro primer ingreso económico, que era un punto importante;
  • Habíamos salido de nuestra “zona confort” temblando, y ahora, nos encontrábamos cómodos y con ganas de demostrar que “Aquí estamos, y somos solucionadores de angustias de los clientes”.

Carmen Ruiz Atienza

A emprender se aprende

Escrito por Liberación 2000. Posteado en El Blog de Carmen

I love Nacex

Los meses anteriores al nacimiento de Nacex como empresa de transporte, tuve que pasar por varias reuniones, cursos, nervios, tensiones, etc., para tirarme a la piscina. Desde mi escasa experiencia como “empresaria/emprendedora”, en aquellos momentos, todos los escalones de la pirámide se me hacían pesados y muy altos, y yo tenía y tengo las piernas muy cortas.

Empezaron los dolores de cabeza. Éstos fueron algunos de ellos:

  • Elegir la zona de la franquicia. En aquel momento, se arrancó con 110 franquicias y 8 plataformas en toda España. Elegimos la zona norte de Madrid con la sede principal en San Sebastián de los Reyes.
  • Dinero: Hipotecamos por segunda vez el piso, casi ya terminado de pagar.
  • Bancos: Empezamos a hablar de temas que no habíamos oído nunca. En aquellos momentos, no se necesitaba, pero había que prepararse para el futuro: líneas de descuento y líneas de crédito.
  • Informática: Fuimos a los cursos preparados para visualizar y aprender el programa que se utilizaría.
  • Búsqueda de personal: Convencimos a un mensajero y a una administrativa para que empezaran a confiar, no sólo en la nueva “línea emprendedora”, sino también en nosotros “los emprendedores”.
  • Búsqueda de nave: La ubicación de la nave era primordial, tenía que estar bien situada, con fácil salida a las carreteras principales.
  • Adaptación de los horarios, estilo de vida, etc. Ya no sólo de mí misma, también de todo mi entorno familiar, de amistades, de conocidos, etc.
  • Aprender a callar mis opiniones. Empecé en el transporte, un mundo claramente de hombres en la zona de España en la que vivo. “La mujer es vista como puro adorno para cenas, convenciones, etc.” “Las opiniones cuentan poco si salen de la boca de una mujer”. Éstas son las primeras frases que oí en la primera comida que mantuve con algunas personas con las que posteriormente, trabajé codo con codo. Y yo, como mujer liberal, gran luchadora por los derechos de la mujer trabajadora (la verdad por cualquier derecho), y dispuesta a aprender lo que hiciera falta, (mis principios son de silencios ante ciertas personas con ideas contrarias a las mías), poco a poco, fui levantando la voz, de tal manera, que más de uno quisiera que hoy me callara.

En este punto, quisiera hacer dos puntualizaciones antes de seguir con la historia de la “emprendedora que llevo dentro”:

Hace poco, en una reunión de amigas, dónde el tema principal de la conversación era la situación laboral en que nos encontramos en España, había dos temas en las que no hubo mucho acercamiento:

  • Dentro de la conversación entre 4 personas teníamos todos ámbitos personales: una funcionaria, otra en el paro, otra con trabajo pero la empresa le había pedido rebajar horario y salario por el descenso de trabajo, y yo “empresaria/emprendedora”.
  • Debido a los cursos que estoy dando, intentaba transmitir que también se puede salir del bucle individualmente.
  • No sólo se tiene que echar la culpa a los demás, sino también hacerse la pregunta ¿puedo yo sólo salir de ésta situación? Y me vino a la cabeza la frase de un curso “A emprender se aprende”

Es verdad, yo no sabía muchas cosas y a base de golpes y experiencias se va aprendiendo. Después de 18 años, sigo aprendiendo porque las circunstancias han cambiado y me obligan a cambiar. Sigo saliendo de mi zona de confort, donde yo me encontraba ya cómoda y segura, pero llegó la crisis y he tenido que volver a empezar con trabajo, creatividad, sufrimiento, impaciencia, pero siguiendo con la empresa abierta y con mis trabajadores confiando y “rezando” que no me equivoque.

Por cierto, ya tenemos día de celebración para el “emprendedor” es  el 8 de abril.

¡Felicidades! a todos aquellos que a riesgo de perder todo en su vida (dinero, salud, trabajo, casa, etc.) están dispuestos a que ningún “político, banquero, economista, periodista, aprovechado, caradura, comodón,  etc.”  les quite lo que es imposible de quitar: LA ILUSIÓN Y EL SOÑAR.

Señores, ¡SÍ SE PUEDE!, déjenos hacerlo.

Carmen Ruiz Atienza